El
sentido que nos lleva más lejos, que nos hace viajar a nuestros
recuerdos dicen que es el olfato.
Y
las ciudades, las provincias, las comunidades autónomas tienen un
olor especial para cada uno de nosotros.
Pontevedra
me huele a leche cortada, flores marchitas y habitaciones cerradas.
Orense
huele a queimada, a castañas en la hoguera y a matanza
Asturias,
huele a tierra mojada .... pero .......
Avilés
me huele a sidra compartiendo el vaso con amigos, que es como hay que
beber la sidra.
También
me huele a cola de contacto, un olor desagradable para la mayoría
que a mi me lleva a mi infancia porque así olía mi casa, y porque
con cola de contacto me siento unida a ella.
Huele
a Alada, aquella colonia que ya no existe y que nunca podré
sustituir, como no se sustituyen los afectos.
A
café recien hecho, a té compartido, a croissant a la plancha y a
comida casera.
Avilés
además suena, suena a gaitas, suena a risas, suena a confidencias,
suena a VIDA.
Avilés
siempre es refugio, esperanza, retorno, rencuentro.
Gijón
huele a sardinas asadas, algodón de azúcar y puerto de mar.
Oviedo
huele a tubo de escape, a escape mirando atrás, a apariencias y
soledad.
Madrid,
huele a adrenalina, a miedo, a esperanza, prisas y sosiego, a
esperas, a churros a porras y a mil cosas más.
Andalucía
huele a nenuco, a sangre y a hiel, a tempestad.
Valencia
tiene el olor de la libertad, aire fresco, brisa suave, calma chicha,
huele a fuego que renueva.
Valencia
suena a mascletá, a fiesta a trabajo a risas y a paz.




me gusta como describes tus olores de las ciudades, claro que para cada uno olores distintos según vivencias.
ResponderEliminaresa es la gracia que para cada uno, cada ciudad huele distinto.....
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